Texto presentado por compañeros de Acción Libertaria de Estudiantes al  proceso de refundación de Lucha Autónoma
documentos de la refundación

PARA LA FEDERACIÓN DE GRUPOS LIBERTARIOS Y AUTÓNOMOS DE MADRID

Nota: la propuesta concreta de organización se encuentra expuesta en el último punto de esta ponencia.

    El pasado 20 de febrero tuvo lugar en el CSO Seco el primer encuentro de colec-tivos de Madrid a iniciativa de Lucha Autónoma con el fin de acercar y discutir posturas sobre las formas de comunicación y organización. Cien personas en representación de más de veinte grupos acudieron a estos debates que se prolongaran durante todo el día. En resu-men y a pesar de la dispersión y pluralidad de intervenciones se pudieron distinguir dos con-cepciones fundamentales de lo que podrían ser los contenidos y los órganos que articula-sen el ámbito autónomo madrileño.
    Por una parte, el modelo de red. Modelo difuso de organización, que limitaría los contactos de los grupos y colectivos a la constitución de un espacio de comunicación. Es decir, reuniones en las que se pondría en circulación la información que libremente cada agrupación quisiese transmitir al resto de las individualidades y colectivos. La red no constituye propiamente una organización sino un foro público en el que se citan regularmen-te distintos sujetos sociales, que participan y se desarrollan en luchas diferentes y que for-man parte de diferentes movimientos socia-les. No se toman acuerdos conjuntos, sino que se lanzan propuestas y acciones a las que se suman solamente quienes sienten afi-nidad por las mismas. En este sentido nos podemos preguntar que aporta la organiza-ción red; la respuesta es nada, salvo un lugar para el intercambio de información, que de hecho ya existe en Madrid de modo difuso y "espontáneo" -así las okupas o Traficantes de Sueños-.
    Sin embargo, no parece que esta propuesta sea tan fácil de rechazar. Los parti-darios de la red defienden de modo más o menos explícito, que el cemento de la unidad es la acción, es decir, el acuerdo puntual y concreto en una actividad específica, y no la articulación en torno a unos principios gene-rales -un proyecto-. Así, un conflicto especifico podría ser el origen de un acuerdo con gru-pos e instituciones con las que no habría nin-guna afinidad especial. Esto permitiría el encuentro con ecologistas, nacionalistas e incluso partidos de extrema izquierda o enti-dades públicas.
    La multiplicidad, el máximo respeto de las voluntades individuales y de la diferen-cia y la posibilidad de trabajar con organiza-ciones y colectivos muy diferentes son esgri-midos en defensa de estas formas de organi-zación difusa. De hecho, durante el debate se repitió que la red era una articulación de dis-tintos sujetos posibles, de distintas identida-des sociales que trabajaban en diferentes ámbitos de conflicto, que era una articulación "no autoritaria" en tanto permitía la creación de nuevas relaciones y de nuevas luchas -de nuevas "líneas de fuga"-. No se puede olvidar que detrás de esta propuesta hay una cuida-da elaboración teórica que si bien no está representada por un cuerpo coherente de pensadores entre los cuales figuran Deleuze, Negri, Guattari, obedece a una práctica concreta y un cierto estado de ánimo de vie-jos militantes marxista- leninistas cansados y escarmentados de sus viejos métodos y sus viejas organizaciones jerárquico-burocráticas.
    La postura que apostaba por la organización estuvo representada de un modo algo menos acabado. Numerosas inter-venciones repitieron la necesidad de crear una coordinadora o una federación de carác-ter estable que habría de constituirse como un espacio de toma de decisiones en las que hubiesen participado y estuviesen represen-tados todos los grupos. Las críticas a esta posición subrayaron el peligro de anular la posibilidad de innovación, de uniformizar excesivamente los cauces de acción y traba-jo y de convertir la organización en un fin en sí mismo.

    La apuesta por una organización de este tipo es desde luego, nuestra apuesta, que observamos absolutamente necesaria en las condiciones actuales de desarrollo del movimiento libertario y autónomo. La existencia de más de cuarenta colectivos en toda la comunidad madrid que de una forma u otra se mueven en el ámbito de la contestación asamblearia y horizontal y el incremento del número de publicaciones relacionadas directa o indirectamente con estos espacios, demuestran que en la última década ha tenido lugar un fuerte crecimiento cuantitativo y cualitativo de nuestras prácticas y nuestras ideas. Sin embargo, el - estado actual de dispersión y el "localismo" -no sólo territorial, sino práctico y teó-rico - de buena parte de los grupos no han permitido, todavía, un salto cualitativo que genere una difusión social efectiva del movimiento, caso aparte de los ya conocidos lugares comunes de la okupación y la insumisión. El peligro de la guettización, de la marginación y la automarginación siguen decididamente constituyendo buena parte de la realidad del movimiento. La construcción de una organización que englobe a la mayoría de estos grupos permitiría un salto cualitativo fundamental, no sólo al poner en contacto colectivos distintos que hasta entonces habían trabajado -de forma separada, sino al permitir una unión de fuerzas que podría ser el germen de nuevos campos de conflicto en terri-torios en los que hasta ahora sólo se mantiene una presencia testimonial -lucha laboral, ecología, desarrollo de nuevos y más -potentes medios de contrainformación, etc.-; al poner en circula-ción información que hasta ahora se ha quedado en pequeños círculos; al crear estructuras permanentes que sirvan de escuelas y apoyos políticos para los nuevos grupos, no imponiéndoles los “modos correctos de funcionamiento" sino permitiendo el conocimiento de la historia y la actividad de otros grupos, nuevo valor de uso de una memoria que ahora mismo se pierde o se desprecia, al otorgar voz y presencia a formas de auténtica disidencia frente a la pseudocrítica mediática y espectacular que actualmente reinan en los círculos de masas; y sobre todo al crear un punto de referencia público y visible, que con presencia en varios barrios, pudiese articular la participación inmediata de los nuevos interesados/as.

    Sin embargo, consideramos que la unidad no se puede conseguir a cualquier precio y de cualquier forma. La -construcción de este nuevo espacio debe ser discutida y debe ser un proceso activo en el que participen todas las partes rea-cadas. Por otra parte, creemos necesario que la organización ha de construirse sobre fundamentos sólidos y sobre una afinidad que vaya mas allá del acuerdo puntual y de la acción directa.
 

DE LA NECESIDAD DE ORGANIZARSE EN TORNO A UN PROYECTO.

    Pensamos que no puede existir ninguna forma de acción consciente si esta no se realiza con la explícita voluntad de que se produzca en un determinado sentido y no en otro. La acción política, aunque sea siempre impredecible en -sus resultados y aunque se realice como creación de nuevas vinculacio-nes y relaciones es siempre una acción con sentido - nacionalista, burocrático, libertario. Sentido  -pues que va mas allá del propio en-frentamiento concreto. El proyecto no supone más que explicitar el sentido de nues-tras prácticas, un proyec-to no es, pues, ni un cuerpo de doctrinas ce-rrado, ni la expresión práctica de una identidad social determinada- los vascos, -los anarquistas…-. Ni tampoco una teoría puesta a andar -como el marxismo leninismo-.   Aunquep ueda ser todas-esas cosas, entendemos que un proyecto no es -sino los principios -que agrupan a un -colectivo determinado de gente y que orientan su acción con un sentido específico, En un sentido libertario no su-pone la organización ideal de la- sociedad para el día después de la sociedad -lo que sería el programa revolucionario-, ni la determinación absoluta de lo que se debe hacer, sino que simplemente hace referencia a la orientación de las acciones y a la visibilidad de lo que se quiere. Tal proyecto es para nosotros el proyecto de autonomía que coincide básicamente con los principales postulados del movimiento libertario clásico. La autonomía como pieza central de la organización y de la acción política, se apoya en la voluntad de que sea la comunidad social quien decida directamente la organización y los fines de su propia existencia. Es decir, que los individuos/as realicen un esfuerzo intenso de reapropiación de sus vidas. En términos clásicos, "la emancipación de los trabajadores sólo puede ser obra de ellos mismos". Esto supone, que no se recurra a ninguna instancia superior de ordenación social, llámese esta dios, naturaleza, razón, familia, nación, economía... Sino que sea el propio debate público y la decisión consensuada las que dirijan la vida pública del colecti-vo. Se deduce que dentro de la organización no cabe, desde nuestra posición, ninguna simpatía ni cercanía con el espacio abertzale o con los llamados eufemisticamente movimientos de liberación nacional, que bien podrían ser rebautizados como movimientos de transacción de poderes (del viejo estado centralista al nuevo estado periférico).

    La autonomía tiene, así, todo un conjunto de traducciones bien conocidas, como son el rechazo al patriarcado o las relaciones de dominación de género, el anticapitalismo, la auto-gestión, el antiestatalismo, la autoorganización, etc... Luchas y -apuestas, todas ellas, con una larga experiencia histórica. De esta forma, este proyecto se engarza con una determinada tradición histórica no para repetir antiguas fórmulas, sino para de-ducir otras nuevas que recuperan y renuevan el viejo sentido de la teoría y la práctica.

    En resumen, la construcción de la organización -torno a un proyecto libertario de este tipo no supone la represión de toda diferencia, ya que en definitiva nunca se conocen los medios para insertar en el mundo estos valores y tampoco se conocen todas las implicaciones y las materializaciones de lo que queremos. Sin embargo, si conlleva intransigencia o al menos indiferencia con las prácticas que se presentan como práctica de una identidad antagónicas y contrarias al diálogo, la autonomía y la reapropia-ción de la vida. Un proyecto libertario semejante al descrito es tan abierto como la imaginación de los que en el participan, y al estar fundado sobre principios negativos -ausencia de relaciones de dominación - o metodológicos - que los individuos/as y las colectividades sean dueñas conscientes de sus vidas - no porta intrínsecamente ninguna nueva forma de fundamentalismo ni de negación de la diferencia, simplemente establece el marco en que esta diferencia es legitima al impedir que esta se imponga autoritariamente.

    Por tanto, consideramos necesario que la nueva orga-nización que surja de estos debates se articule sobre la explici-tación de lo que se quiere y lo que nos anima, en la formula esta-tutaria (de los estatutos) de principios y finalidades, a fin de no crear un cuerpo de doctrinas ni una definición ideológica oficia-les (dentro de una organización de este tipo, caben un amplio tipo de autodenominaciones: libertario, anarquista, autónomo, marxista libertario, ecologista, anticapitalista...) Pero tampoco de permitir un "todo vale" dentro de la organización que podría des-lizarnos de nuevo en la ambigüedad y en una peligrosa cercanía con posturas autoritarias.
 

POR Y PARA LA ORGANIZACIÓN

    La alergia que produce en muchos el compromiso y la responsabilidad que conlleva la participación en una organiza-ción está muy en consonancia con la época que vivimos. Las cri-ticas fundadas y saludables del militantismo y del sacrificio per-sonal han degenerado ya demasiadas veces en un "hago lo que quiero" incompatible con el desarrollo responsable y autónomo de las decisiones. Ni podemos abogar, desde luego, por la mili-tancia ciega, propia de buena parte del movimiento obrero tradi-cional, que exigía del militante una abnegación desinteresada, que en la mayor parte de las ocasiones no era sino el producto de la anulación de la capacidad de reflexión y de participación efectivas. Tampoco podemos defender un modelo de organiza-ción que arruine toda diferencia y que destruya la capacidad de innovación y creación de nuevas relaciones sociales y de nue-vas formas de lucha. Pero no podemos deducir que toda forma de organización que busque la unidad y el consenso, al menos en parte de sus acciones, sea culpable de destruir toda diferen-cia subjetiva y de imponer la tiranía de las mayorías. Lejos de este presupuesto, pen-samos que el indivi-dualismo extremo que muestran algunos gru-pos y que la expan-sión ilimitada de la voluntad y del deseo per-sonal,  pese a quien pese, son absolutamente irre-conciliables   con cualquier articulación práctica del proyecto más arriba señalado. Son, por contra, muy significativas de modos de comportamiento muy  promocionados publicitariamente ("viva la diferencia", "tú decides", "se tú mismo"). Este ultra indi-vidualismo  reproduce  los modos de aislamiento social. La pluralidad que debe existir en una asamblea que incluso, necesariamente debe provocar, haciendo surgir lo diferente - problemas, actitudes, propuestas -puede encontrar una reconciliación en la acción común, que no supone el sacrificio de una minoría, sino la búsqueda en última instancia del consenso fruto del diálogo y la discusión. Consen-so bien distinto al conocido en el ámbito del consumo y del esta-do - espacio del secuestro de la política -. Distinto en tanto este último es incuestionado e impuesto; distinto en tanto este exige una adhesión irreflexiva a sus principios.
    No se puede, así tolerar una militancia a la carta en la que "unas veces hago esto otras lo contrario", en la que una vez me he comprometido a realizar una actividad "renuncio porque no me apetece o por que me han surgido cosas que me intere-san más". Existen, eso sí, grados de compromiso libremente adoptados, que son redefinibles en cada situación, pero el com-promiso implica siempre responsabilidad con respecto a los compañeros y respecto a las decisiones tomadas por todos. Nadie por otra parte puede creer que la movilización y la acción política pueden ser el resultado de un acuerdo espontá-neo de sujetos heterogéneos. Toda acción, es fruto de una preparación y debe ser producto (sobre todo si quie-re solidaria con el proyecto libertario) del debate público, del diálogo y del consenso entre partes que siendo dife-rentes, promueven una voluntad única en la ejecución de la decisión. En definitiva, apostamos por la responsabili-dad y el compromiso en la actividad política, por la crea-ción de nuevos espacios públicos fundados sobre los valores clásicos de la autoorganización y la autonomía, en los que sea posible la participación efectiva de todos y todas en la creación de nuevas formas de experiencia y actividad.
 

HACIA LA FEDERACIÓN

    En las propuestas concretas de organización podemos encontrar también una amplia pluralidad. Sin embargo, nos podemos quedar con dos modelos funda-mentales: la coordinadora y la federación por muy ambi-guas que sean estas dos posturas se pueden reconocer diferencias notables. La coordinadora seria más bien una reunión de colectivos y grupos diferentes e independien-tes que toman de modo regular acuerdos y acciones comunes. La federación es una organización única en la que trabajan grupos y colectivos con ámbitos de actua-ción distintos. La coordinadora es así la reunión, general-mente para fines concretos, de diferentes colectivos e individuos/as. Los acuerdos que se toman no son nece-sariamente vinculantes para los restantes grupos. Es más flexible, pero también más débil, menos eficaz a la hora de organizar acciones conjuntas. Una federación supone la elaboración de unos estatutos que son los mismos para todos los grupos. Los acuerdos son vinculantes y gene-ralmente la organización se dota de una serie de cargos sin capacidad de decisión y totalmente subordinados a la asamblea de colectivos. Los detentarios de estos cargos son elegidos y no tienen, de esta forma, poder de deci-sión. Garantizan simplemente que existan responsables de ejecutar unas decisiones tomadas por toda la organi-zación. Así las secretarias - archivos, actas, propagan-da... Y las comisiones - de la revista de la federación, de investigación de algún caso de falta grave: como la mani-pulación de actas o la expulsión de un grupo o compañe-ro.
    Nosotros nos inclinamos por esta última fórmula, ya que pensamos que garantiza efectivamente la realiza-ción de las decisiones de la asamblea, la expansión de las actividades del movimiento y la creación de un punto de referencia público y permanente de organización que per-mita la creación mucho más rápida de nuevos grupos. Sin embargo, implica un nivel de compromiso mucho más fuerte del que ahora se mantiene en la mayor parte de los colectivos, y que sospechamos que pocas personas están dispuestas a asumir. Por eso planteamos que ambos modelos de organización sean discutidos y que cada grupo manifieste sinceramente su voluntad y su capacidad de desarrollar un trabajo continuado a fin de que cree una forma orgánica lo más realista posible y que englobe al mayor número de gente posible. Con este motivo proponemos, para que sea debatido, el siguiente esbozo de una futura federación de grupos autónomos y libertarios de Madrid:

    La federación de grupos autónomos estaría formada por todos aquellos colectivos e individualidades que están dispuestos a participar en una actividad de cuestionamiento global teórico y práctico, aunque su labor concreta se concentre en un espacio de acción reducido, no solo territorial (barrio, okupa, facultad, centro de trabajo) sino también práctico (una revista, una agen-cia de contrainformación, una lucha específica: okupación, insumisión, ecología...). Una federación de este tipo sería así una organización plural, en la que cada grupo y cada colectivo podría desplegar su actividad en campos concretos y a la vez participar en las campañas y acciones que se decidan conjun-tamente entre todos.
Sus "principios y finalidades" incluirían los valores libertarios clásicos del proyecto de autonomía, que deberían ser asumidos por todo aquel que quiera participar en la orga-nización.
    La forma de tomar acuerdos debe ser a un único nivel: o los grupos o los individuos/as. Pensamos que las decisiones deben ser tomadas por los grupos en una asamblea semanal o quincenal de vocales, en la que se presentan los acuerdos y las propuestas tomadas en las reuniones de cada grupo.     Es, así, necesario que cada colectivo discuta las propuestas de los demás y mande un vocal con sus acuerdos y propuestas por escrito. Y que a su vez este vocal recoja, también por escrito, los acuerdos generales de la organización y las propuestas de los otros grupos. Las individualidades tendrían oportunidad de participar en los debates, en las comisiones, en las secretarias y en la elaboración de nuevas propuestas, pero no en la deci-sión - presentación de acuerdos - que debe ser tomada por los grupos -. Esto fomenta que las individualidades formen nuevos colectivos y a la vez permite una amplio grado de participación a aquellos que no quieren formar parte de ninguno de los grupos existentes.
     Los acuerdos deberán ser tomados por consenso, es decir produciendo una decisión que agrupe las  voluntades de todos los miembros de la organización. En caso de que no se consiga se puede adoptar el  mecanismo de la pseudounanimidad o falso consenso - todos los grupos menos uno o el 10% - que impide el veto de un sólo grupo o de un reducídisimo número de grupos -. Las propuestas que no sean consensua-das por todos - o casi todos- los grupos o bien son reformuladas o son abandonadas. Una vez tomado un acuerdo debe comprometer a todos los grupos. La federación podría establecer unas reuniones especiales en las que se tratasen la  modificación de los estatutos, de la composición y el número  de cargos, la articulación de estrategias a largo plazo y la realización del balance de una temporada. Estas reuniones son los plenos a los que deberían asistir todos los grupos que formasen parte de la organización. Asimismo, son necesarias y muy saludables la realización de jornadas y debates internos en los que no se toman decisiones pero se estimula la reflexión teó-rica y sobre las propias prácticas. La federación se debería dotar de una serie de cargos mantenidos por militantes elegi-dos, que se hiciesen responsables de la realización de un con-junto de tareas que de otra manera muchas veces no se realizan por la dejadez y desidia que produce la llamada "responsabilidad diluida", en la que "se habla de hacer muchas cosas pero no hay nadie que las haga". Estos cargos sólo realizarían aquello que la asamblea de grupos decidiese y en su actividad estarían sometidos constantemente a la posibilidad de su revocación. Estos cargos deberían rotarse o cambiarse periódicamente para no producir una nueva especializacíón de funciones.

Individualidades de Acción Libertaria de Estudiantes

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